Nuevamente con placer les escribo; en esta ocasión referiré la multiplicidad de factores a considerar en la venta de un libro. Primero se parte del supuesto de que ya se cuenta con el libro en su presentación física; al hacer alusión a la parte de la venta, el autor recuerda que este proceso no implica simplemente la captación de recursos financieros sino la búsqueda de satisfacción de necesidades sociales.
Las formas de vender un libro manejadas en el texto son: venta a clientes individuales, la cual contempla que la editorial proporciona el ejemplar directamente al consumidor, como cuando acudimos a la librería del Fondo de Cultura para adquirir libros.
Las instituciones representan un ingreso estable pues, mediante la captación de clientes, instancias como las escuelas pueden elegir un libro para surtir su biblioteca interna o bien, para utilizarlo como apoyo de los alumnos de acuerdo con las necesidades de la propia institución.
Un buen ejemplo de vendedores al menudeo, son las personas ubicadas en la explanada de nuestra facultad porque cuentan con varios títulos en pequeñas cantidades pero nos permiten acceder al material.
Mayoristas son quienes compran libros en grandes cantidades para fungir como abastecedores de bibliotecas o a librerías y que sólo en ocasiones participan en la venta final. La participación de estos vendedores es fundamental porque acercan los libros a los minoristas y con ello expanden la distribución.
Otro punto destacado por Smith es el de la exportación la cual ofrece nuevas alternativas de ganancia pero, al mismo tiempo, implica otra suerte de dificultades. La primera, por obvia que pudiera sonar, es la idiomática pues siempre se debe entender lo leído (entendiendo esto como la posibilidad de leerlo).
El autor menciona el caso de América Latina donde la mayoría de los países utiliza el castellano salvo por Brasil que usa el portugués; tal como ocurre con ese ejemplo, el texto reconoce al ingles como lengua universal aunque habla sobre las ventajas de publicar en francés o chino.
Existen también otro tipo de barreras como las políticas, económicas y la censura. La dimensión política contempla diferencias diplomáticas entre los países, por mencionar un ejemplo; la económica implica cuestión de impuestos, gastos de aduana, variaciones por tipo de cambio o las dificultades para cobrarles a clientes extranjeros.
Para el caso de la censura, basta con recordar cuando el ex titular de la Secretaría de Gobernación, Carlos Abascal prohibió la lectura del libro Aura en la educación secundaria aunque esto, paradójicamente, terminó despertando la curiosidad por la lectura de la obra.
En otro orden de ideas, según el autor, el proceso de venta se comprende por la promoción, obtención de pedidos y la entrega de los mismos; La primera etapa consiste en montar campañas para dar a conocer el libro, sobre todo cuando no es segura su venta porque, de lo contrario, los consumidores por si mismos buscarán el libro, un buen ejemplo son los bestsellers.
La obtención de pedidos implica los largos viajes que, aunque son costeados por la editorial, son una inversión considerable de tiempo para el representante de la editorial. Ahora la parte más riesgosa de la entrega de libros es la forma en cómo se almacenan las piezas con el fin de que no sufran algún daño tanto en las bodegas de la editorial como al momento de estar en manos de los vendedores.
En este sentido, la lectura resalta los problemas ante posible contacto con el agua porque las piezas sufren deterioro y son devueltas en mal estado; para disminuir la posibilidad de que surjan contratiempos es importante seleccionar el medio de transporte adecuado.
A manera de analogía, es conveniente situar al Internacional Standard Book Number (ISBN) como el CURP de los libros ya que se trata de una serie de dígitos cuya función es distinguir y señalar las características del libro. Algunas de ellas son el idioma o país de procedencia, la editorial, entre otros datos.
Arreglos económicos entre editoriales y vendedores consideran una gran cantidad de factores. El pago de facturas es un compromiso mediante el cual, ambos participantes acuerdan la forma de pagos (crédito, a plazos, etc.), el descuento que habrá de otorgar la editorial para permitir el margen de ganancia del librero o la periodicidad de las devoluciones.
AsÍ, la diferencia entre el precio pagado por el librero a la editorial y el precio de venta, ofrecerá a este último obtener una ganancia de la venta de las obras – con la ley de precio único se ha fijado un tope máximo al material-; sin embargo el establecimiento de precios experimenta otra serie de condicionantes; en ocasiones el librero oculta los libros para encarecerlos ante la necesidad de sus clientes por adquirirlo.
Por otro lado, también es necesario, ocasionalmente, disminuir el precio al público para poder competir con los demás libreros. Entre menos se garantice la venta de un libro, mayor será su descuento o viceversa.
Tanto el crédito como la devolución constituyen una garantía del librero frente a la editorial pues, aunque lo deseable es vender todas las piezas; libreo y editorial venden desperdiciada su inversión al no venderse sienta cantidad de unidades; sin embargo la editorial no puede brindar una oportunidad de devolución ilimitada porque el vendedor haría pedidos desproporcionados y la empresa invertiría sin garantizar retribución alguna.
Por último, el autor resalta la importancia de una labor conjunta caracterizada por la buena comunicación entre los distintos departamentos ya que, a manera de reflexión final, ¿cómo saber que producir si no se sabe previamente la demanda del mercado?.
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